El ají despierta pasiones: para algunos es un placer imprescindible y para otros, un sufrimiento innecesario. Pero, ¿por qué existen estas diferencias en la tolerancia al picante?
🔬 La genética tiene la respuesta
Estudios han demostrado que la tolerancia al picante está relacionada con la cantidad y sensibilidad de los receptores TRPV1 en la lengua, los cuales detectan la capsaicina y envían señales de “calor” y “dolor” al cerebro.
Las personas con menos receptores o menor sensibilidad pueden disfrutar del picante sin problemas. En cambio, quienes tienen más receptores o mayor sensibilidad sienten mayor ardor y dolor.
🌶️ El aprendizaje cultural también influye
En países como México, India o Tailandia, los niños se exponen al picante desde pequeños, lo que desarrolla su tolerancia. En cambio, en culturas donde no es común, las personas suelen tener menor resistencia.
🧠 El picante y la sensación de placer
El picante genera una sensación de dolor controlado que hace que el cerebro libere endorfinas y dopamina, neurotransmisores responsables del placer, la felicidad y la sensación de recompensa. Por eso, muchos aman repetir esa experiencia.
❌ ¿Es malo forzarse a comer picante?
Si no estás acostumbrado, es mejor incrementar poco a poco la cantidad. Consumir grandes dosis de picante sin tolerancia puede causar irritación estomacal y malestar.
🌶️ Conclusión
La tolerancia al ají depende de factores genéticos, culturales y neurológicos. Si no lo toleras hoy, con práctica y pequeñas dosis podrás disfrutarlo sin problemas, y quizás pronto te unas al club de los amantes del picante.
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